COLOMBIA, 19 Feb (EUROPA PRESS)
El pasado conflicto en la región de Catatumbo, en el noreste de Colombia, culminó con la trágica cifra de 63 personas fallecidas, como confirmó el Ministerio de Defensa del país. Los enfrentamientos, ocurridos principalmente entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Frente 33 de las disidencias de las FARC, han generado una grave crisis humanitaria, impactando a casi 85.000 personas, ya sea por desplazamientos forzados o por verse atrapadas en medio del conflicto.
Desde el 16 de enero, estas confrontaciones se intensificaron por el control del Catatumbo, una zona conocida por sus riquezas minerales y condiciones favorables para el cultivo de coca, además de estar ubicada en la frontera con Venezuela. Este aumento en la violencia propició la decisión del Gobierno de Colombia de suspender las conversaciones de paz con el ELN y reactivar las órdenes de captura contra sus líderes más importantes, incluido Eliécer Herlinto Chamorro Acosta, conocido como 'Antonio García', y el jefe negociador, Israel Ramírez Pineda, alias 'Pablo Beltrán'.
Como resultado de estos continuos enfrentamientos, más de 52.000 individuos se vieron forzados a desplazarse de sus hogares, mientras que cerca de 20.000 personas quedaron atrapadas en zonas de conflicto. Esta situación subraya la violencia endémica que ha caracterizado a Colombia, representando una de las peores crisis humanitarias que el país ha enfrentado recientemente.
En respuesta a este escalamiento del conflicto, el gobierno colombiano decretó el estado de conmoción interior y anunció la implementación de medidas de seguridad adicionales. Estas están enfocadas no solo en la protección de la población en general, sino también de líderes sociales, firmantes de la paz, autoridades locales y otros actores relevantes en la región afectada por la violencia. Esta situación plantea retos significativos para Colombia, en su búsqueda por retomar la senda hacia la paz y la estabilidad en las zonas conflictivas.