Marina Silva en el discurso de Sao Paulo
Foto: REUTERS

RÍO DE JANEIRO, 6 Oct. (Notimérica/EP) -

   La presidenta y candidata del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Roussef, ha ganado las elecciones, pero el gran vencedor y protagonista de la jornada electoral ha sido Aécio Neves (Partido de la Social Democracia Brasileña), que en los últimos días ha protagonizado una remontada sin precedentes. El 'fenómeno' Marina Silva se deshinchó con fuerza, aunque ahora ella y el Partido Socialista de Brasil (PSB) tienen la llave de la presidencia: el PT y el PSDB ya luchan por conseguir su apoyo en el segundo turno.

   Silva, que luchaba por quebrar el bipartidismo hegemónico entre PT y PSDB --es su cuarta disputa consecutiva en un segundo turno--, ha sido la gran derrotada. La conmoción que siguió a la muerte del anterior candidato socialista, Eduardo Campos, no fue suficiente para auparla al segundo turno y los brasileños han optado por un enfrentamiento clásico.

   Silva ha tenido el 21,3% de los votos, pero ha fracasado en su intento de ser la representante del cambio. Ha sido víctima de sus contradicciones y muchos consideran que durante la campaña ha estado más pendiente de seducir al 'establishment' que de conquistar al brasileño medio que hace un año salió a las calles para protestar contra la clase política y los deficientes servicios públicos.

   Sin embargo, el papel de Silva como perdedora ha durado poco. Con más de 22 millones de votos a sus espaldas, su apoyo es ahora un 'caramelo' por el que ya están luchando PT y PSDB. En su discurso tras conocerse el resultado electoral Silva no dejó claro si apoyaría a alguno de los dos candidatos, aunque parece más favorable a Neves: "Sabemos que Brasil no está de acuerdo con lo que está ahí", dijo, remarcando que la sociedad tiene ganas de cambio y que no hay que "tergiversar" lo que ha expresado el 60% del electorado.

   Sus palabras ya se han interpretado por muchos como un eventual apoyo a Neves, sobre todo si éste aceptase parte de su programa electoral e incluso le ofreciera un cargo en su hipotético Gobierno. Parece claro que no apoyará al PT, así que desde la maquinaria del partido gobernante los esfuerzos se centran ahora en convencer al PSB, el partido que abriga a Silva, pero que en realidad, no es el suyo.

LA INCÓGNITA DEL PSB

   Silva se convirtió en candidata del PSB de forma repentina, tras la muerte de Eduardo Campos en un accidente de avioneta. En un principio la familia socialista no escondía sus recelos hacia la recién llegada, pero pronto se calmaron los ánimos al ver que despegaba en las encuestas. Ahora, esas suspicacias pueden volver e incluso provocar divisiones. Al fin y al cabo, Silva tiene su propio partido, Rede Sustentabilidade, y desde dentro del PSB ya han surgido algunas voces que apuntan que la ex senadora y el partido que la acoge podrían tener posturas diferentes.

   Esta es una de las esperanzas del PT, que confía en que el PSB apoye a Rousseff recordando todos los años en los que ha trabajado junto al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva --Campos fue uno de sus ministros--. Además, se espera que Lula aproveche su amistad personal con Silva para convencerla de que, al menos, se mantenga neutral de cara a la segunda vuelta.

   Si hacer pronósticos sobre las alianzas es arriesgado, más difícil es prever el comportamiento del electorado de Silva. Sus votantes forman un mosaico multicolor que incluye desde conservadores evangélicos hasta ecologistas, pasando por 'lulistas' desencantados y jóvenes de clase media en busca de una 'tercera vía'. De cara al segundo turno del 26 de octubre será determinante lo que hagan esos 22 millones de votantes; si priorizan un cambio a toda costa con Neves o prefieren asegurar un Gobierno de izquierdas con Rousseff.

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