La presidenta aprovecha su discurso para poner en valor las conquistas sociales del PT
RÍO DE JANEIRO, 24 Sep. (Notimérica/EP) -
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha subrayado que es "inaceptable" el retraso en la ampliación del poder de voto de los países en vías de desarrollo en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), lo que en su opinión hace que estas instituciones corran el peligro de "perder su legitimidad y su eficiencia".
En el discurso que ha abierto la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Rousseff ha puesto en valor las conquistas sociales de Brasil en la última década, pero ha criticado que las organizaciones internacionales no otorguen al país el estatus que se merece, lo que le obliga a buscar alternativas.
En este sentido, ha recordado que recientemente el grupo de los llamados BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- acordó crear un Banco de Desarrollo y un Fondo de Reservas, dos herramientas que protegerán a estos países de "volatilidades financieras".
Rousseff también ha insistido en una de las reivindicaciones históricas de Brasil; la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, cuyos miembros permanentes son los mismos desde la creación del organismo tras la segunda Guerra Mundial -Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China-.
"Estoy segura de que todos entendemos los graves riesgos de parálisis e inacción del Consejo de Seguridad", ha dicho, recordando que recientemente este organismo ha tenido dificultades en promover la solución pacífica de conflictos, por lo que necesita "una verdadera reforma".
En lo referente a la seguridad internacional la presidenta ha mencionado los conflictos en Siria, Irak, Libia o Ucrania, pero se ha detenido especialmente en la cuestión palestina: "Me gustaría reiterar que no podemos permanecer indiferentes a la crisis israelo-palestina, sobre todo después de los dramáticos acontecimientos en la Franja de Gaza. Condenamos el uso desproporcional de la fuerza, que ha afectado fuertemente a la población civil, mujeres y niños", ha dicho. Brasil mantiene una tensa relación con Israel después de que en su momento condenara sin paliativos la invasión de Gaza y llamara al embajador a consultas.
LA LUCHA CONTRA EL HAMBRE
Rousseff ha abierto su discurso recordando que en dos semanas habrá elecciones en Brasil y subrayando la importancia de la recuperación de la democracia hace 30 años. Gran parte de su parlamento se ha centrado en destacar las conquistas sociales de la última década, en la que ha gobernado el Partido de los Trabajadores (PT), un legado que en buena parte se debe al Gobierno de su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva.
Así, ha recordado que hace unos días la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sacó a Brasil del mapa del hambre. "Ese cambio ha sido resultado de una política económica que ha creado 21 millones de empleos y ha valorizado el salario básico, aumentando un 71% su poder de compra en los últimos 12 años", ha remarcado.
Rousseff ha lanzado una batería de datos para ilustrar los avances de Brasil en la lucha contra la pobreza: 36 millones de brasileños han salido de la miseria desde 2003 -22 durante su mandato-, la tasa de mortalidad infantil se ha reducido incluso antes del plazo marcado por los Objetivos del Milenio y millones de jóvenes disfrutan de becas para garantizar su acceso a la Universidad.
"Si en 2002 más de la mitad de los brasileños era pobre o muy pobre, hoy tres de cada cuatro brasileños forman parte de la clase media y de los estratos superiores", ha aseverado la presidenta, que también ha hablado de avances contra el racismo, la discriminación de las mujeres y la homofobia.
Al contrario del discurso del año pasado, en el que cargó duramente contra los casos de espionaje de organismos de Estados Unidos, esta vez Rousseff se ha limitado a insistir en la necesidad de crear "un marco civil para la gobernanza y el uso de Internet con base a los principios de libertad de expresión, privacidad, neutralidad y diversidad cultural".
En lo referente al cambio climático y la protección del medio ambiente ha asegurado que entre 2010 y 2013 Brasil dejó de lanzar a la atmósfera, cada año, una media de 650 millones de toneladas de dióxido de carbono y que en los últimos años la tasa de deforestación ha caído un 79%. "Y lo hemos hecho sin renunciar al desarrollo económico ni a la inclusión social", ha dicho.
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