MADRID 19 Abr. (EUROPA PRESS) -
Las delegaciones de EEUU e Irán ya están ultimando el inicio en Roma, a mediodía de este sábado, de la segunda ronda de conversaciones indirectas sobre el programa nuclear de la república islámica, una semana después de la apertura en Mascate (Omán) del diálogo entre Teherán y la Administración Trump tras siete años de silencio.
Como ya ocurriera en la capital omaní, las delegaciones estarán encabezadas por el ministro de Exteriores de Irán, Abbas Araqchi, y el enviado especial para Oriente Próximo, Steve Witkoff. Y, al igual que en Mascate, no se verán las caras durante la reunión: el ministro de Exteriores de Omán, Badr al Busaidi, ejercerá de engranaje entre las dos salas donde se encontrarán las respectivas delegaciones.
El formato indirecto es una condición inapelable de Irán para el desarrollo de las conversaciones aunque cabe destacar que Araqchi y Witkoff se encontraron durante unos momentos, de manera informal, al término de la primera ronda la semana pasada, hizo saber la mediación omaní.
Aunque ambas partes salieron de Mascate con una buena impresión, el ministro Araqchi lamentaba ayer desde Moscú que EEUU está exhibiendo una posición "contradictoria e inconsistente", si bien aseguró que acudirá a Roma con una actitud "firmemente comprometida" con vistas a una solución.
"El significado de esos mensajes y los objetivos que persiguen es asunto suyo. Desde nuestra perspectiva, lo que importa es lo que se dice en la mesa de negociación, y ese es el punto de referencia", ha manifestado en comentarios recogidos por la agencia semioficial iraní Mehr este pasado viernes, mientras Estados Unidos desencadenaba un bombardeo contra los rebeldes hutíes de Yemen, aliados de Teherán, sobre el puerto de Ras Issa. Según los hutíes, el ataque mató al menos a 80 personas. Un portavoz del Gobierno iraní describió los bombardeos como una "barbaridad".
Estas conversaciones son las primeras de esta índole desde que la primera administración de Donald Trump decidiera abandonar unilateralmente en 2018 el llamado Plan de Acción Integral Conjunto, histórico acuerdo nuclear firmado tres años antes entre Teherán y las potencias mundiales (todos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia incluida, más Alemania y la Unión Europea).
El acuerdo comprometía a Irán a garantizar la naturaleza pacífica de su programa a cambio de la retirada de sanciones y, por lo tanto, su reincorporación a los mercados internacionales.
Trump acabó marchándose del acuerdo, un logro de su predecesor, Barack Obama, tras asegurar que el pacto no estaba obteniendo resultados y que Irán estaba a punto de hacerse con un arma nuclear, a pesar de los constantes desmentidos de Teherán.
Desde entonces, Irán se ha ido distanciando cada vez más de sus compromisos adquiridos con la agencia nuclear de Naciones Unidas, la Organización Internacional de la Energía Atómica. En noviembre del año pasado, y en respuesta a una resolución condenatoria del OIEA a este respecto, Irán anunció la activación "un número sustancial" de nuevas centrifugadoras avanzadas de enriquecimiento de uranio tras condenar la amonestación como "politizada" y "destructiva".