Publicado 11/03/2025 11:45

Una nueva galaxia enana obliga a repensar la evolución cósmica

Investigadores dirigidos por astrónomos de la Universidad de Michigan han descubierto la galaxia más pequeña y más tenue hasta la fecha que orbita el sistema de Andrómeda, el vecino galáctico más cercano a la Vía Láctea.
Investigadores dirigidos por astrónomos de la Universidad de Michigan han descubierto la galaxia más pequeña y más tenue hasta la fecha que orbita el sistema de Andrómeda, el vecino galáctico más cercano a la Vía Láctea. - CFHT/MEGACAM/PANDAS

   MADRID, 11 Mar. (EUROPA PRESS) -

   Una nueva galaxia enana está obligando a los astrónomos a repensar cómo evolucionan las galaxias en diferentes entornos cósmicos y sobreviven a diferentes épocas del universo.

   Ubicada a tres millones de años luz, se ha convertido en la galaxia satélite más pequeña y tenue conocida de Andrómeda, el vecino galáctico más cercano de la Vía Láctea.

   Marcos Arias, astrofísico de la Universidad de Michigan y autor principal del informe en 'Astrophysical Journal Letters' detalla el descubrimiento en un comunicado: "Todavía tenemos mucho por descubrir. Hay tantas cosas que aún necesitamos aprender, incluso sobre lo que está cerca de nosotros, en términos de formación, evolución y estructura de las galaxias antes de que podamos realizar ingeniería inversa de la historia del universo y entender cómo llegamos a donde estamos hoy".

   Nuestro sistema de la Vía Láctea también alberga docenas de estas galaxias satélite o compañeras, lo que explica por qué su historia aún se está escribiendo. Estas compañeras son distintas de su enorme galaxia anfitriona central, pero aún así están lo suficientemente cerca como para quedar atrapadas en su garra gravitacional. Los satélites también son mucho, mucho más pequeños.

   "Se trata de galaxias completamente funcionales, pero de un tamaño de aproximadamente una millonésima parte del de la Vía Láctea", subraya el autor principal del estudio, Eric Bell, coautor y también profesor de Astronomía en Michigan. "Es como tener un ser humano perfectamente funcional del tamaño de un grano de arroz". Como son mucho más pequeñas, estas galaxias satélite también son mucho más tenues y más difíciles de detectar. Recién en las últimas dos décadas los astrónomos han tenido tecnología lo suficientemente sensible como para descubrir la mayoría de los satélites conocidos de la Vía Láctea. Y actualmente es imposible para los observadores detectar satélites extremadamente débiles que orbitan alrededor de anfitriones más alejados que Andrómeda, comenta Bell.

ANDRÓMEDA XXXV

   Debido a su proximidad a nosotros, los satélites de la Vía Láctea han sido nuestra única fuente de información sobre estas diminutas galaxias. Aunque los científicos ya habían descubierto galaxias satélite en Andrómeda antes (por eso se llama Andrómeda XXXV y no Andrómeda I), eran demasiado grandes y brillantes como para cuestionar firmemente lo que hemos aprendido de la Vía Láctea.

   "En parte, por eso este último descubrimiento es tan importante. En el pasado, este tipo de galaxias sólo se podían descubrir alrededor de un sistema, la Vía Láctea", plantea Bell. "Ahora podemos observar una alrededor de Andrómeda y es la primera vez que lo hacemos fuera de nuestro sistema".

   Para descubrir Andrómeda XXXV, Arias analizó primero conjuntos de datos de observación masivos en busca de indicios de posibles compañeros. Una vez que compiló una lista de candidatos prometedores, él y Bell consiguieron tiempo en el telescopio espacial Hubble para realizar una inspección más detallada.

   "Las oportunidades para realizar investigaciones de alto impacto como estudiante de pregrado en el departamento de astronomía de la UM son amplias", aporta Arias.

TELESCOPIO HUBBLE

   Utilizando el Hubble, los investigadores descubrieron que Andrómeda XXXV no sólo era una galaxia satélite, sino que era lo suficientemente pequeña como para reconstruir algunas de nuestras nociones de cómo evolucionan las galaxias, como por ejemplo cuánto tiempo son capaces de formar estrellas.

   Aunque el descubrimiento fue sorprendente, Bell también destacó que no es inusual que las ideas en astronomía se vuelvan más complejas una vez que salimos de nuestro propio patio trasero. Cuando sólo se tiene un sistema para analizar, no se puede estar seguro de qué es una característica generalizable y qué es una idiosincrasia, dijo.

   Ahora, Andrómeda XXXV ha proporcionado pruebas suficientes para empezar a distinguir con seguridad esas características. La diferencia más obvia entre los satélites de la Vía Láctea y los de Andrómeda fue cuando dejaron de formar estrellas.

   "La mayoría de los satélites de la Vía Láctea tienen poblaciones estelares muy antiguas. Dejaron de formar estrellas hace unos 10.000 millones de años", dijo Arias. "Lo que estamos viendo es que satélites similares en Andrómeda pueden formar estrellas hace unos pocos miles de millones de años, unos 6.000 millones de años".

   Esta información también ayudó a los investigadores a resolver lo que Bell definió como un misterio de asesinato en Andrómeda. Independientemente de que una galaxia sea enorme o diminuta, necesita tener una reserva de gas disponible para condensarse y formar estrellas. Cuando ese gas se acaba, la formación de estrellas se detiene.

   El universo comenzó siendo increíblemente caliente y denso, pero cuando cumplió mil millones de años, se había expandido y enfriado hasta alcanzar la temperatura de un día fresco de primavera. Esta temperatura idílica también favoreció la condensación del gas del universo en estrellas, que a su vez se agruparon en galaxias. Pero a medida que estas estrellas producían energía y se formaban agujeros negros que devoraban materia, el universo se calentó de nuevo. Para las galaxias pequeñas (galaxias con una masa inferior a la de unos 100.000 soles), se pensaba que esto era una sentencia de muerte para la formación de estrellas. El calor básicamente quemaría el gas necesario para generar estrellas.

   "Pensábamos que básicamente iban a ser achicharrados todos porque el universo entero se había convertido en un tanque de aceite hirviendo", plantea Bell. Pero Andrómeda XXXV no lo fue. "Pensábamos que perdería completamente su gas, pero aparentemente eso no sucede, porque esta cosa tiene alrededor de 20.000 masas solares y aún así estuvo formando estrellas perfectamente durante unos cuantos miles de millones de años más".

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