MADRID, 15 Nov. (EUROPA PRESS) -
Un tramo de río en el que se vierten aguas residuales tratadas emite cinco veces más metano que un tramo de río sin esas aguas residuales.
Así lo afirman las investigaciones de Ida Peterse y Lisanne Hendriks, de la Universidad de Radboud, cuyos hallazgos se publican en la revista Science of The Total Environment.
Para el estudio, la microbióloga Peterse y la ecóloga Hendriks midieron las emisiones de metano en diferentes puntos de los ríos Linge y Kromme Rijn, en Países Bajos.
Peterse explica en un comunicado: "Utilizamos una cámara flotante para captar los gases que suben del río en la superficie del agua y analizarlos. También investigamos qué nutrientes había en el agua y en el suelo".
Los investigadores realizaron este estudio 500 metros antes de una planta de tratamiento de agua, en el punto de descarga de la propia planta de tratamiento, 500 metros después de ella y así sucesivamente hasta dos kilómetros después. "Dos kilómetros después del punto de descarga de una planta de tratamiento, observamos un pico de emisiones de metano, hasta cinco veces más alto que en el propio punto de descarga".
Los investigadores demuestran que el agua tratada, aunque esté limpia según los estándares holandeses, tiene efectos sobre el río.
Hendriks afirma: "El agua tratada también contiene nitrógeno, fosfato y carbono. Todos esos nutrientes en el agua hacen que crezcan más algas, por ejemplo. Estas mueren y se hunden en el fondo, lo que a su vez es una situación ideal para los microorganismos productores de metano".
Como este proceso lleva un tiempo, las emisiones de metano no son mucho mayores justo después de un punto de vertido. Sin embargo, un poco más adelante sí lo son.
Peterse añade: "Aunque el agua vertida en los ríos cumple con los estándares holandeses, es importante darse cuenta de que sigue contribuyendo a mayores emisiones de metano. Dado que los sistemas hídricos como los ríos son responsables del 50% de las emisiones de metano, esto es algo que podríamos abordar".